• Prólogo
El índice que apuntaré aquí, no será el que está al lado del pulgar, ni el que rasque comezones, ni el que hurgue adherencias nasales de ninguna índole. Este índice no será aquel que, flamígero, señale conductas deleznables, ni remita signos obscenos a quien las practique. No será ningún índice económico, ni el índice de precios al consumidor. Apuntaré, aquí, el índice que ordenará los capítulos de lo que, si la memoria no me falla, serán alguna vez mis memorias. Su escritura estará motivada por el único afán de complementar los trabajos de la ciencia antropológica, que estudiará los vestigios de la cultura asentada en los valles de Juriquilla. Será deseable publicarla en años venideros, ya que lo que me impulsa a escribir estas líneas, lejos de provocar bochornos familiares, es que ayude a los lectores a saber cómo vivió uno de sus antepasados.
• Capítulo I Raíces
En donde se dará cuenta del encuentro de dos mundos, que dejaron en mi genética y apariencia buenas intenciones. Promediando, de manera apretada, lo aceptable, según los cánones femeniles, con lo perfecto, según mi madre. Se hablará de que porto apellidos que vinieron, muchos años atrás, navegando en busca de oportunidades, desde las tierras ibéricas y que mareados, desembarcaron en estos ranchos, en donde se establecieron y mezclaron con los habitantes del más acá, sembrando las semillas de un árbol, que ahora es genealógico.
Se hablará de las actividades del campo que, durante generaciones, fueron el sudor de sus frentes y fuente de ingreso, en los valles del Estado de Hidalgo, colindantes con la Sierra Norte de Puebla. Se enumerarán las destrezas que en mi generación se perdieron, tras la aparición de los parientes licenciados, arquitectos y doctores, dueños de otras habilidades, que nada tienen que ver con el campo.
• Capítulo II Fortaleza y amor
Se relatarán detalles de mi nacimiento, de las circunstancias que el amor convocó para que este fuera posible. De los paisajes, calles, casas y monumentos que testificaron las andanzas de la familia: abuelos, hermanos y primos. De mis años escolares, de mis encuentros adversos con el deporte, afortunados con la música, de mis esenciales pasatiempos y lecturas. Pero, sobre todo, del amor del que siempre estuve rodeado y que me dio la gran fortaleza que derroché en mis años infantiles, y que fui dilapidando con el tiempo.
• Capítulo III Adolescencia
Se hablará de lo que sucedió en mi cita con la pubertad, de mi relación infortunada con la orientación vocacional. De las experiencias con las religiones y la espiritualidad que formó mi fe intermitente. De mis amigos, que al ritmo del rock y de la música disco, dejaron de ser niños junto conmigo, y fueron protagonistas de acontecimientos inolvidables. Y desde luego, de mis encuentros con el sexo femenino que, en aquel entonces, era torpemente considerado débil; de mis impresiones al enterarme de que no lo era, y de cómo atestigüé, desde mi barrera de sol, estos, sus años de lucha, en los que se han ido adueñando del lugar que siempre les correspondió.
• Capítulo IV Los senderos de mi vida
Que tratará de mis trabajos al salir de la universidad, de mis primeras pérdidas y ganancias. Del empleo que cambió mi vida, herencia generosa del querido tío Enrique, que enriqueció mi famélica chequera y que no terminaré de agradecer nunca. De lo que sucedió en los cambios de ciudad y los duros aprendizajes que no me dio la licenciatura. De lo gitano de las ocho mudanzas, cuando viví con mis padres, sumadas a las otras ocho, con mi pequeña familia.
De los kilómetros acumulados en los odómetros, en nuestras espaldas y más abajo, salvando los mil que el trabajo hizo, separarnos de la familia. De las millas que también se acumularon en la línea aérea y nos regalaron la oportunidad de conocer muchas playas.
• Capítulo V Matrimonio
De mi encuentro con mi compañera de vida y de nuestro feliz matrimonio, con diferencias, hasta hoy reconciliables. De lo que sucedió en nuestras soledades cuando, lejos de la parentela, aprendimos a construir nuestra propia familia y de la coincidencia afortunada con nuestro nuevo círculo de amigos. Del nacimiento de nuestros dos hijos. De los retos y obstáculos que encontramos en el camino, cuando nos echamos a cuestas la tarea de cumplir, a todo trance, con nuestra obstinación de darles las mejores escuelas y de la que tenemos el alivio de haber logrado.
• Capítulo VI Vida laboral
De la jamás vista incursión de un gato doméstico en las labores correspondientes a un tigre y de cómo lo pudo disimular durante treinta años, sin que nadie lo percibiera, logrando atesorar un patrimonio digno, a costa de la salud que dejó de ser cabal, para volverse precaria. Del regreso ruborizado a las aulas, para poner al día, el idioma inglés y otras asignaturas referentes al mundo de los negocios. Se hablará honestamente del final de esta difícil historia de trabajos, que contó con engaños, con desencantos, con logros y ¿por qué no decirlo? Que, en algún momento, fue también: razón de vida, motivación y satisfacción.
• Capítulo VII Visión del mundo
Que tratará del optimismo por un mundo mejor, de la fortuna de haber sido testigos del bienvenido arribo de la tecnología a nuestro servicio y, por otro lado, del pesar que da el saber que, teniendo un país tan exuberante en riquezas naturales y culturales, ha tenido la desgracia de depender de mayorías incapaces de elegir un liderazgo digno. Del temor, por ver a nuestro mundo contaminado y a la gente infectarse sin remedio, de odio, de guerra, de consumismo, de vacío.
• Capítulo VIII Proyectos valiosos
En donde se presumirá de los logros obtenidos, entre otros, el de aquella invitación, en 1998, a viajar al mundial de futbol de Francia. De mis compañeros de viaje y lo espontáneo de algunos, cuya preocupación mayor con el idioma francés, era la de saber cómo se le preguntaría a la mesera: “Mija chula: ¿Qué no tendrás por ai unos chilitos toriados?”
• Capítulo IX Retos a vencer, futuro
Hablará de las razones que me empujan a seguir viviendo, y a escribir, haciendo caso omiso al pudor. De mi abordaje a la tercera edad, gozando del discreto encanto de ignorar las malas críticas y aquilatar las buenas. De la libertad que otorga, a estas alturas del partido, hacerse dueño de la propia vida, ahorrando dineros, consejos y cuestionamientos. Al cierre de esta edición, se hablará del futuro, del embarque en un viaje en clase turista, donde escogeré ventanilla para observar los horizontes de esta vida, que espero dure con salud y buena compañía, al menos, unos cien años. En este último capítulo, pediré que no se culpe a nadie de mi muerte, sin antes, claro, y sin previas encuestas inútiles, haberle aplicado la constitución y las leyes que de esta emanan.